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14/1/14

Cuidado, no te pases de "superviviente" y tengamos un disgusto.


     Si tu eres de los que entraría en pánico y saldría rápidamente sin pensarlo, has de saber que es un superviviente de tipo impulsivo. Si, por el contrario, intentas salir por la puerta trasera, el impulsivo se queda pequeño y eres alguien mucho más realista. Lo que está claro, en cualquier caso, es que el instinto diferencia a unas personas de otras: las que lo ponen en práctica y las que se quedan en el intento.

     ¿ Cuáles son las claves para ser un verdadero superviviente ? Ten en cuenta tres reglas de oro. La primera es que todo el mundo es superviviente, y simplemente tiene que saber cómo llegar a ponerlo en práctica. La segunda que no todo es relativo. Y la última, que somos más fuertes de lo que suponemos. Ésa es la tesis que defiende el escritor Ben Sherwood en su libro "El Club de los supervivientes"

- Todo el mundo es un superviviente. Me queda claro que todos los seres humanos en algún momento enfrentaremos la adversidad, ya sea por enfermedad, accidente, o problemas emocionales.

- No todo es relativo. Las decisiones que se toman ante la adversidad, determinan las probabilidades de salir adelante y conservar, salud y vida.

- Usted es más fuerte de lo que supone. Es en la lucha contra la adversidad, donde nos damos cuenta de nuestras fortalezas.

- El superhéroe ordinario. Nos encontramos con héroes de carne y hueso, mas frecuentemente de lo que pensamos.

     Cada segundo del día, una persona en el mundo se enfrenta a un momento de crisis, ya sea un accidente de coche, un problema de violencia, una grave enfermedad o un problema económico.

     Teniendo en cuenta que es inevitable sufrir adversidades, nos preguntamos: ¿Quién consigue salir adelante contra todo pronóstico y quién se rinde? ¿Por qué algunas personas contraatacan y otras se entregan? ¿Cómo podemos convertirnos en el tipo de persona que logra sobrevivir?

     Las fascinantes y esperanzadoras respuestas a estas cuestiones se encuentran en El club de los supervivientes. Este libro revela el lado oculto de la supervivencia combinando sorprendentes historias reales, con estudios científicos y con las aventuras vividas por el propio autor dentro de las escuelas de supervivencia de élite del ejército de los Estados Unidos.

     No hay manera de escapar de las dificultades que nos plantea la vida, pero El club de los supervivientes puede proporcionarte cierta ventaja cuando te golpee la adversidad:

  • Aprender los secretos de aquellas personas que consiguen sobrevivir.
  • Nuestros sentidos a menudo nos engañan y nos llevan a cometer errores fatales.
  • La importancia que tiene el conocimiento circunstancial, que implica saber todo lo que está pasando a nuestro alrededor en cualquier momento y ser capaces de anticiparnos al peligro.
  • La clave para la supervivencia es la actitud. “Si perdéis la voluntad de seguir vivos lo más probable es que no salgáis adelante”.
  • Cuando se trata de sobrevivir hay muchas cosas que no podemos controlar, pero también hay una sorprendente cantidad de factores que somos capaces de dominar.
  • En primer lugar hay que mantener el punto de referencia. Nunca nos perderemos ni nos sentiremos confusos y siempre encontraremos una salida.
  • Su segundo mantra es esperar a que todo el movimiento repentino y violento se detenga.
  • El pánico es el peor enemigo.
  • No importa cómo sea la adversidad, afirma la Marina, la supervivencia es una cuestión de mentalidad, una manera de pensar.
  • Pasividad activa, reconocer cuándo hay que parar y cuándo hay que avanzar. No hacer nada significa hacer algo. La pasividad puede ser acción, y comprender esta paradoja puede salvarnos la vida.
  • La primera regla: todo el mundo es superviviente.
  • Los mejores supervivientes saben que la normalidad no es más que un fugaz estado mental, aceptan que su vida probablemente no volverá a ser como antes, así que siguen adelante, se adaptan y asumen la “nueva normalidad”.
  • Los supervivientes no son superhéroes que superan la adversidad cada vez que se enfrentan a ella y viven felices después. Son personas normales: unos ganan y otros pierden.
  • La segunda regla: no todo es relativo. Nuestro desafío es igual de importante que el de los demás.
  • La tercer regla: usted es más fuerte de lo que supone. Cuando se enfrente a un verdadero momento de crisis, descubrirá que tiene una fuerza y una capacidad que nunca había imaginado que existieran.
  • Los superhéroes de la supervivencia nos rodean a todas horas. No llaman la atención, sino que viven en la puerta de al lado. Trabajan junto a nosotros. En muchos sentidos, son como nosotros.
  • La temperatura corporal ideal para el ser humano es de 37 grados centígrados. A 33 grados comenzamos a sufrir alucinaciones. A 32 grados, el latido del corazón presenta arritmias. A 31 grados, ya ni siquiera tiritamos. A 30 grados perdemos la consciencia. Y la muerte nos sobreviene a los 27 grados.
  • Respuesta de incredulidad. La gente simplemente no se puede creer lo que está viendo. Actúa como si todo fuera bien y subestima la gravedad del peligro. Algunos expertos llaman a esto parálisis del análisis. Nos convertimos en estatuas.
  • Algunas veces llegamos a ser incapaces de salvarnos a nosotros mismos.
  • Se llama un “no tirar” y se produce cuando un paracaidista no es capaz de utilizar el paracaídas principal ni el de reserva.
  • El 10% de todas las muertes que se producen practicando el paracaidismo guarda relación con no tirar o hacerlo a baja altitud. ¿Qué es lo que sale mal entonces? Sencillamente, el error humano.
  • A lo seres humanos se nos da muy mal contar el tiempo.
  • En una situación de estrés, los seres humanos a menudo presentamos problemas de memoria.
  • En un caso de emergencia las personas nos dividimos en tres categorías. Primero están los supervivientes, luego están las víctimas y en tercer lugar están las víctimas que deberían haber sobrevivido, pero que perecieron de forma innecesaria.
  • Principio de realidad. En muchas circunstancias no hay manera de permanecer con vida. Resultan fatales desde el principio. Tus actos no tienen ninguna influencia en el resultado final. Nunca tendrás oportunidad alguna de salir con vida.
  • Teoría del 10-80-10. Alrededor del 10% de nosotros manejaremos una crisis con relativa calma y un estado mental racional. La inmensa mayoría de los seres humanos simplemente nos quedaríamos atónitos y confusos, nos comportaremos de una forma reflexiva, casi automática o mecánica, en resumen, nos convertiremos en estatuas en los primeros momentos; no pasa nada y no dura para siempre. El último grupo, el 10% final, es el que debemos evitar en un momento de emergencia, actúan de forma equivocada y a menudo contraproducente, lo único que consiguen es empeorar la situación, son aquellas personas que pierden el control de sí mismas, las invade el pánico y no son capaces de analizar la situación. Resulta difícil saber lo que realmente haríamos.
  • Una de las consecuencias más peligrosas que tiene el mito de la desesperación es que cuando la gente cree que no puede hacer nada por salvarse, se expone a un riesgo mucho mayor.
  • En los accidentes en los que se puede sobrevivir, todo se reduce a los factores humanos, y a lo que podemos hacer, y lo que no, para salvar la vida.
  • La palabra pánico deriva del Dios griego Pan, que gobernaba los bosques y los campos y emitía sonidos misteriosos que causaban “un temor contagioso y desenfrenado entre los rebaños y entre las multitudes o en las personas que se encontraban en lugares solitarios”.
  • El pánico es el archienemigo de la supervivencia.
  • La mayoría de la gente se queda petrificada hasta que se le dice lo que tiene que hacer.
  • Pasividad conductiva, pánico negativo. Cuando los seres humanos no hacemos nada para salvarnos.
  • Sólo disponemos de unos segundos de sobrevivir sin mascarilla de oxígeno después de que el avión despresurice a elevada altitud.
  • Sólo disponemos de 90 segundos para salir huyendo de un avión en llamas.
  • Concepto Más tres/Menos ocho. En el lenguaje de la aviación, Más tres se refiere a los primeros tres minutos de vuelo y Menos ocho, a los últimos ocho. Es el espacio de tiempo habitual en el que se produce una situación de emergencia, el 80% de todos los accidentes. La humedad y el hielo acumulados en las pistas son la principal causa.
  • Nunca debería tomarse una cerveza o un Martini antes de subir a un avión. Nunca debería tomarse una pastilla para dormir antes de volar. Nunca debería echarse una siesta ni escuchar el iPod cuando el avión está corriendo por la pista. Y, por supuesto, nunca debería esperar el golpe seco del aterrizaje para despertar. Durante los tres primeros minutos y los últimos ocho, debería estar preparado para salvar su vida sin esperar órdenes ni instrucciones.
  • Según un estudio, el 45% de los auxiliares de vuelo que trabajan durante los accidentes en los que se puede sobrevivir no están capacitados. Eso supone que casi la mitad del tiempo dependemos únicamente de nosotros mismos.
  • Por encima de todo debemos memorizar dónde se encuentran situadas las salidas de emergencia y contar a cuántas filas de asientos de distancia se encuentran. Conocer la ubicación de una salida no es suficiente. También necesitamos otra alternativa.
  • En un accidente, unos cuantos segundos de duda pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
  • Sería una buena idea evitar los asientos que se encuentran delante de la mampara, porque esas paredes no ceden cuando se golpea contra ellas.
  • Es importante comprender que la posición de impacto realmente puede salvarle la vida.
  • En caso de accidente, olvídese de su equipaje de mano.
  • Las nuevas normas de seguridad dicen que es conveniente no llevar sandalias o chanclas. Los pantalones cortos o las faldas son otro elemento no recomendable.
  • Siempre hay que sentarse en un radio de cinco filas de una puerta del avión. Por supuesto, no hay ninguna garantía que las salidas sean “viables” en un accidente.
  • No es el impacto el que mata a la mayoría de los pasajeros de aviones. Es lo que sucede después del impacto, durante el incendio y la evacuación.
  • La vida es traumática. No hay manera de evitarlo.
  • Muchas personas perecen como consecuencia de sus lesiones, aunque quieran seguir viviendo y tengan parejas muy cariñosas. Algunas cosas simplemente no tienen explicación.
  • Cada vez que le conducen a la sala de urgencias, los médicos pueden predecir con un elevado grado de seguridad si usted va a vivir o a morir.
  • Uno de los mitos que están relacionados con suicidarse saltando desde un puente es que es una manera de morir hermosa, pacífica y segura. Estás partiendo el cuerpo en pedazos desde dentro hacia fuera. No es hermoso, no es indoloro, todo lo que sucede desde que saltas de ese puente no tiene nada de agradable.
  • El puente es el destino número uno de suicidios en el mundo.
  • Es inútil, incluso una tonteria, comparar las adversidades.
  • La regla del 3 declara que no podemos sobrevivir: 3 segundos sin espíritu ni esperanza; 3 minutos sin aire; 3 horas sin cobijo en condiciones extremas; 3 días sin agua; 3 semanas sin alimento; 3 meses sin compañía o sin amor.
  • En el lenguaje militar la fe es un multiplicador de fuerza, un factor que aumenta o multiplica significativamente nuestra fuerza o nuestra efectividad. Cuando nos sentimos débiles, la fe nos impulsa a seguir. Cuando estamos abatidos, nos da energías. Cuando estamos desanimados, nos levanta el espíritu.
  • La fe es la herramienta de supervivencia más universal, por no decir la más poderosa.
  • Cuando no puedes luchar ni huir tienes que dejarte llevar.
  • La historia de los supervivientes del Holocausto está llena de coraje y de fuerza, de personas que son la prueba viviente de la indomable voluntad de los seres humanos por sobrevivir y de su tremenda capacidad de esperanza. No es una historia de personas extraordinarias, sino que es una historia de los extraordinarios que podemos llegar a ser los humanos.
  • Todos y cada uno de nosotros tenemos que estar armados y preparados para afrontar un trauma. Llegará ese día.
  • Las corazonadas de las personas afortunadas solían dar sus frutos una y otra vez. Por el contrario, las personas que tienen mala suerte, a menudo ignoran su propia intuición y se arrepienten de las decisiones que toman.
  • El 90% de nuestra vida y de nuestra supervivencia se reduce a las pequeñas decisiones que tomamos cada día.
  • El miedo lleva a algunas personas a realizar una acción increíble, mientras que a otras les hace paralizarse o enloquecer.
  • Cuando se encuentra sometidas a una situación de estrés ante una amenaza contra su vida sin posibilidad de escape, las personas pueden llegar a morir.
  • En algunos casos extremos, la emoción también puede llegar a matar.
  • La supervivencia es, gran medida, una cuestión de perspectiva mental, donde la voluntad de sobrevivir es un factor decisivo.
  • El desarrollo a través del sufrimiento es “una experiencia tan antigua como la humanidad”.
  • Ninguna barbarie ni salvajada puede acabar con la capacidad para recuperarnos y empezar de nuevo.
  • Después de estudiar personalidades y patrones de personas que han logrado superar un momento de adversidad, aparecieron cinco principales tipos de superviviente. Estos tipos son: el luchador, el creyente, el conector, el pensador y el realista.
  • Los luchadores afrontan la adversidad de frente, con intención y determinación. Están decididos a seguir adelante y no se detendrán hasta que consigan sus objetivos. Nunca dejan de atacar. Se exigen mucho a sí mismos para dar lo mejor que tienen. Cuando son derribados, vuelven a levantarse.
  • Un creyente deposita toda su fe en Dios para que la proteja y ayude a lo largo de sus pruebas. Hasta en los momentos más difíciles se sienten bendecidos y confían en que las cosas saldrán de la manera más favorable para ellos. Su fe les proporciona optimismo y esperanza, unas armas muy poderosas para la supervivencia.
  • Cuando una persona es un conector, es capaz de superar una adversidad increíble haciendo uso del poder de sus relaciones y de sus vínculos con las demás personas. Son personas muy sociables que sacan el máximo partido de sus contactos. Son buenos jugadores de equipo y trabajan eficazmente con los demás para conseguir sus objetivos.
  • Cuando una persona es un pensador, utiliza su cerebro para superar los obstáculos. Son capaces de percibir con claridad las dificultades y saben perfectamente diagnosticar la naturaleza subyacente de un problema. En momentos de dificultad analizan el problema desde todos los ángulos, generan nuevas ideas y descubren soluciones inesperadas. Se muestran muy concentrados, son analíticos y rigurosos. Se concentran en lo que hay que hacer. La lógica y la razón les ayudan a comprender la verdadera realidad de su situación y las consecuencias que acarrean sus decisiones.
  • Cuando una persona es realista, reconoce que no siempre todo sale como lo había planeado. En lugar de resistirse o de luchar, sacan el máximo partido de su situación y se dejan llevar por la corriente. Sus reacciones son instintivas y prácticas y analizan perfectamente los problemas. Tratan con los hechos y con lo que realmente son capaces de controlar.
  • Existen unas herramientas de supervivencia que se dan habitualmente en el perfil de los supervivientes: adaptabilidad, resistencia, fe, esperanza, determinación, tenacidad, amor, empatía, inteligencia, ingenio, flujo e instinto.
  • Al menos el 80% de nosotros respondemos de la misma manera a una situación de crisis: simplemente nos vemos desbordados. La clave está en ir poco a poco. En dar un bocado cada vez. Masticar. Tragar. Y luego tomar otro.
     En su libro «El club de los supervivientes», Ben Sherwood cita los resultados de un estudio realizado por los psicólogos de la Universidad de Cornell entre los atletas participantes en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. La conclusión de que los ganadores de la medalla de bronce eran más felices que los que obtuvieron la plata demuestra la capacidad de inversión que tenemos los seres humanos. Los medallistas de plata se sentían muy frustrados al pensar que «estuvieron a punto de ganar el oro». Contextualizaron haber alcanzado el podio en su derrota en la final y no en la gloria del triunfo sobre el resto de deportistas. Poder imaginar que las cosas pueden ser mucho peores, pero que afortunadamente no lo son; esa mentalidad de inversión o habilidad de convertir la mala suerte en buena suerte, nos blinda y nos hace más felices como a los atletas del bronce.

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