Cuando hace frío en un día de invierno, un gorro es agradable y obligatorio. Siempre se nos ha dicho que la mayor parte del calor corporal se pierde por la cabeza. Esto no es del todo cierto.
Según las investigaciones de Rachel Vreeman y Aaron Carrol de la Universidad de Indiana Indianapolis, EE.UU.), publicadas en el British Medical Journal, la idea se cree que han surgido a través de una interpretación errónea de un experimento "científico" llevado a cabo por los militares de EE.UU. en la década de 1950.En esos estudios, los voluntarios estaban vestidos con trajes de supervivencia ártica y expuestos a condiciones muy crudas. Debido a que la única parte de su cuerpo que se dejó al descubierto, fue la cabeza a fin de medir la perdida de calor, el estudio determino que la mayor parte de perdida de calor se producía a través de la cabeza. Resulta evidente lo erróneo de las conclusiones de dicho estudio.
Se remontan los orígenes de los consejos de llevar sombrero a un manual de supervivencia del ejército de EE.UU. de 1970, que recomienda cubrirse la cabeza cuando hace frío, ya que "40 a 45 por ciento del calor corporal" se pierde por la cabeza.
Lo que sí es cierto es que en la cabeza y en el cuello es donde mayor concentración de células nerviosas hay, por lo que estas partes son más sensibles a los cambios de temperatura que cualquier otra parte del cuerpo. La pérdida de calor depende de la circulación sanguínea, y en la cabeza y en el cuello no hay más vasos sanguíneos que en cualquier otra parte del cuerpo. Por tanto, las partes corporales más activas serán las más irrigadas y, en consecuencia, las más calientes. Sobra deducir que las piernas están en continuo movimiento, y que deberemos centrarnos en el tronco superior a la hora de protegernos.
Las partes del cuerpo que más calor pierden son aquellas que se encuentran al descubierto, como es lógico. El cuerpo, en condiciones extremas de frío, comienza sacrificando las extremidades para seguir manteniendo la circulación en los órganos vitales. De ahí que los dedos de los pies y de las manos se conviertan en los mejores indicadores ante los primeros signos de congelación. No obstante, no hay que confundir la congelación con el frío "normal" que experimentamos en las extremidades, y que está provocado por tratarse de la parte más alejada del corazón y, por tanto, la menos irrigada.
El uso de un gorro de lana ayuda a disminuir la sensibilidad al frío en la cabeza, y ademas resulta agradable.
http://www.theguardian.com/science/2008/dec/17/medicalresearch-humanbehaviour
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